Cenaban alegremente, uno de los comensales destapó una bebida y todos festejaron, se trataba de una ceremonia habitual en los alrededores, en la que la gente se desprendía del racimo de gente que habita las ciudades y se dirigía coordinadamente a las casas de fin de semana, a hundirse en sus piletas y quemar algunas vacas para comer.
Todo el salón tenía vidrios que daban a la oscuridad del campo.
De un momento a otro, y para que todos dejaran sus copas de vino abandonadas en sus propias manos, algo ocurrió. Un cubo amarillo apareció en las ventanas, se encontraba del lado de afuera, y se desplazaba lentamente de un extremo del ventanal al otro. Parecía observar hacía adentro. En la cara del cubo que daba a la ventana, había un punto rojo que recorría frenéticamente todo el plano. El cubo parecía observar a las personas, que rápidamente se horrorizaron y corrieron todos a un rincón y amontonándose. Se quedaron en esa esquina del salón temblando, inmobilizados por el espanto, todos mirando a ese cubo que seguía recorriendo el ventanal y parecía mirar hacia el interior a pesar de no tener lo que conocemos como ojo.
Quiero aclarar algo: el miedo que sintieron sobrepasó lo que habitualmente nos mueve a la adrenalina y a la curiosidad, a comprobar de que se trata eso que acaba de aparecer y que nos es desconocido. Este miedo era garrafal, sobretodo porque no parecía un fantasma, ni un extraterrestre o un mounstro. Se trataba de un cubo amarillo que observaba. No tenía ojo, pero todos sabían que los miraba.
Todos se quedaron entumecidos en el rincón y fueron muriendo uno a uno, sin darse cuenta, en aquella esquina del salón, al cabo de aproximadamente 3 horas.
3 comentarios:
Ese relato estaba basado en el cumple de mi hermano? Ains... tengo menos cerebro en cada post... te diste cuenta?
Ahora que lo pienso parece un cuento de Horacio Quiroga... :S
Ey! Ya olvidaste otro proyecto? No te olvides que yo estoy suscripta a este blog, eh?
Bye beeee!
guacho en que momento te enteraste? jajaja
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